miércoles, 27 de marzo de 2013

Sobre lo invisible


"He visto en las noticias a Ada Colau llorando.

Algo va mal cuando llora quien no debe."
Ana.



- ¿Qué esperas de la mili? - me preguntó un sargento chusquero en un alarde de democracia.
- Que la "mili" no sepa que he pasado por aquí - respondí yo algo atolondrado.
- Serás un buen soldado - aprobó el demócrata.

A veces elegimos ser invisibles. Otros no pueden, aunque luchan denodadamente por ello.  Muchos de mis pacientes con fobia social darían lo que fuera por la capa mágica que otorga ese poder. También existe otro tipo de invisibilidad, una especie de mullido anonimato que permite realizar cualquier barbaridad sin que tenga trascendencia alguna para el que la ejecuta.


Un diputado que hace un gesto y de pronto, otros cientos miembros de su partido,  abandonan su ensoñación durante un instante para apretar el botón que le indica su colega. Hay que obedecer. Milgram demostró  hace muchos años que las personas hacen lo que se les ordena que hagan. De alguna manera eso te exime de responsabilidades. Te da cierta tranquilidad espiritual. Las consecuencias que tengan ese simple gesto queda fuera de tu espacio vital. Lo escuchas o lo lees, quizás, pero te resulta distante, ajeno, un daño colateral necesario, posiblemente. Basta entonces con pasar la hoja del periódico y buscar la cartelera o leer una noticia sobre lo que otros hacen, los otros, y entonces te preguntas cómo puede haber gente así.

La PAH (plataforma de afectados por la hipoteca) comenzó hace poco una campaña que pretende que esas personas anónimas y distantes sean desenmascaradas públicamente. Mientras los responsables del sufrimiento humano sean entes abstractos como la "crisis",  los humanos que toman decisiones  que avocan a  un futuro sin esperanza sin trabajo y sin techo a miles de familias, tendrán un escudo protector que los aísle y proteja. La PAH ha decidido personificar, visibilizarlos, hacerles llegar la información que parece que no les llega, porque es inasumible para cualquier ser  humano que si sean conscientes de las consecuencias de sus actos,  no pueden ser tan malos, simplemente necesitan ver los rostros desesperados de las personas sobre las que van a recaer y escuchar sus historias.


Con este panorama el PP ha comenzado lo que Saviano llama "la máquina del fango". La estrategia es bastante, los medios están a su disposición. A la hora de cerrar filas no hay fisuras. Prácticamente todas las tertulias, informativos, prensa escrita y radio han pasado a centrarse en la acción en lugar de en la causa que provoca tal acción.

Una vez escuché a Asunción Balaguer contar en una entrevista que cuando Paco Rabal, su esposo, llegaba tarde de un rodaje y ella ya mascullaba echarle una bronca y pedirle explicaciones, él entraba por la puerta, se iba corriendo a la cocina  y comenzaba a gritarle por tener la cena fría. Ella se alteraba de tal forma que entraba en la discusión, justificándose una y otra vez.

No es difícil  desviar el debate hacia el terreno de la acción, etiquetarla como "violenta", utilizar el mismo lenguaje una y otra vez, encadenar los términos necesarios para crear emociones negativas, para hacer aparecer el recelo hacia aquella organización o persona a quien se asocia a esas palabras cargadas de connotaciones peyorativas en el imaginario colectivo.

"Intolerable", "intromisión en la vida privada" , "líneas rojas", "fascismo",...

Y entonces se desarrolla una  narrativa que se convierte en dominante y que ejerce una gran presión sobre la opinión pública,  no sólo  sobre ese circo de contertulios asentados cómodamente en el discurso políticamente correcto, que viene a ser algo como: "Yo estoy de acuerdo con vosotros, incluso firmé la ILP (para que veáis que soy buena persona)... pero esto es intolerable", sino también sobre muchas personas honestas que pierden el foco. Entonces  los debates de la calle reproducen ese mismo esquema  transmitido por el discurso hegemónico.

Ese, al menos, es el plan. Entonces, en esta tesitura,  comprendo aún más el calado de las reivindicaciones, esas de mínimos, como repiten una y otra vez los afectados. Entiendo la necesidad, la urgencia de que todos los movimientos ciudadanos, organizaciones no gubernamentales y partidos políticos que comparten estas demandas logren unirse también a la misma, en hacer causa común, porque esta es la bandera que señala la posición sin ambages: o apuestas por tu pueblo o apuestas por los que masacran a tu pueblo. Esa es verdaderamente la línea roja.

Orwell decía que para ver lo que tenemos delante de las narices, se necesita un esfuerzo continuo. Hoy probablemente es incluso más cierto que cuando lo afirmó, pero en el momento en el que hacemos  visible esa marca, la que nos separa, sólo entonces, el miedo cambia de bando.








10 comentarios:

Celia dijo...

Pues no había pensado que la nueva estrateguia de los de PHA, tuviera esa repercusión , estaba encantada con que molesten a los que responsables pero tienes muchisima razón de que tanto si ellos ven con cara y nombre a los que afectan sus decisiones como si el "pueblo" ve cara y nombres de los que los están jorobando la cosa puede cambiar y mucho.
Muchas veces pienso como pueden dormir esos políticos o banqueros, pero es lo que tu dices ellos no son consciente que detrás de sus números, leyes y normas hay personas.

Irreverens dijo...

Llevo días sin ver las noticias y mi angustia se ha reducido a mínimos.
Y ya sabes que en mi caso no es "pasotismo", sino más bien cuestión de higiene mental.
Leo prensa, pero cada vez menos. Los medios dan asco... o miedo, no sabría decirte.
Y espero que, cada vez más, iniciativas como la de la PHA tomen forma y fuerza. Nos va la vida en ello.

Que tengas una feliz semana. ¿Vacaciones?
Yo, por casa (trabajo y estudios), pero con varias visitas repartiditas.
:)

Un besote

Ana dijo...

He visto en las noticias a Ada Colau llorando. Todavía estoy por ver llorar a Bárcenas, a Urdangarín, al secretario de las infantas, a los tertulianos de "El gato al agua"... Algo va mal cuando llora quien no debe.
Un abrazo.

Rita dijo...

Vivimos simplemente en el mundo al revés y cada vez vamos a peor.

Walden dijo...

Pues eso mismo digo yo, Celia.
Un beso.

Walden dijo...

Irre, he estado desconectado esta SSanta, me voy ahora mismo a tu blog a ver lo que me comentaste en otra entrada.
Un besote for you tb.

Walden dijo...

Me ha encantado tu comentario Ana. Lo subo al encabezado de esta entrada (sin tu permiso)
Un abrazo.

Walden dijo...

El mundo al revés, sí, coincido con lo que dices Rita, que al fin y al cabo es lo que dice tb Ana.

Un beso.

Ana dijo...

¡Qué sorpresa el encabezamiento de la entrada! Gracias por dar valor a unas palabras que surgen del estupor que sentimos ante ciertas noticias.
Un abrazo.

Mª José Fabregat dijo...

Yo soy invisible.