miércoles, 8 de agosto de 2012

La tercera parte o nada de lo que hagamos servirá


Cuando era estudiante me impresionó la investigación por la que el psicólogo Martin Seligman mostraba cómo podía inducir síntomas depresivos en animales. Al modelo surgido de tal investigación lo llamó: "Indefensión aprendida".  Se trata, básicamente, de provocar la percepción de que cualquier intento por controlar una situación dada será inútil. Cuando el sujeto esté convencido de que no puede, dejará de intentarlo, incluso cuando sí sea ya posible modificar la situación.

Hay determinadas emociones que podríamos llamar, activadoras, como el miedo o la ira, por ejemplo, pero  la desesperanza provoca un efecto motivacional contrario: abandono de toda lucha.

En el experimento clásico allá por los años sesenta, Seligman, expuso a dos perros a una situación idéntica, con la única diferencia de que sólo uno de ellos podía interactuar para conseguir un resultado determinado; el otro, hiciera lo que hiciera no conseguiría nada.


Encerrados en jaulas separadas, a ambos animales se les aplicaba una descarga eléctrica cada cierto tiempo. Uno de ellos podía acabar con la descarga de las dos jaulas simplemente accionando una palanca con el hocico. El otro, sin embargo, hiciera lo que hiciera no conseguiría ningún resultado.

Tras un periodo de tiempo, el primer perro estaba casi como si cualquier cosas, mientras que el segundo mostraba síntomas típicos de la depresión: apenas se movía, tenía la cola entre las piernas, la cabeza gacha,..

Posteriormente, se igualó la situación experimental en las dos jaulas, permitiendo también al segundo perro detener la descarga, pero el chucho se quedaba quieto, recibiendo la descarga sin hacer algo que no fuera meter el rabo entre las piernas y orinarse encima.

Inducir indefensión aprendida es relativamente fácil. Si tiene interés en ver cómo lo consigue en menos de cinco minutos una profesora con sus alumnos adolescentes le invito a ver el siguiente vídeo:






Cuando el 11 de julio  escuché al sr. Rajoy decir que: "..para animar la búsqueda activa de trabajo, los nuevos receptores que se incorporen a la prestación la verán reducida a partir del sexto mes del 60% al 50% de la base reguladora", me acordé de la etapa en la que trabajaba en un servicio de orientación con desempleados de larga duración. Había una acción -así se llamaban los protocolos que teníamos que llevar a cabo- que trataba de desarrollar aquellos aspectos personales que podían incidir negativamente en la búsqueda de empleo. Digamos que había un perfil de usuarios dentro de los desempleados en los que el modelo citado de indefensión aprendida hacía estragos: desempleados de más de 45 años, hombres y mujeres que habían sido arrojados fuera del mercado laboral por reformas salvajes que prometían que la flexibilidad y el ajuste de las plantillas allanarían el terreno al paraíso. Personas que habían intentado durante bastante tiempo conseguir incorporarse de nuevo a alguna actividad laboral, y que habero que habían sido rechazados una y otra vez.



Un mensaje del tipo: "No es que no haya trabajo; ¡¡es que usted no busca bien!!", parece diseñado por el Colegio Oficial de Psicólogos para que tengamos clientela suficiente durante los próximos tropecientos años.

Imagino que en el Código Penal estará estipulado como delito el envenenamiento colectivo, pero no sé por qué me da que provocar la desesperanza entre amplios sectores de la población no está recogido como tal en el citado tocho, a pesar de que las consecuencias para la salud pública serán similares.

Curiosamente, entre los muchos sujetos experimentales que utilizó Seligman,  aproximadamente una tercera parte no mostró esos síntomas; es decir, muchos  de sus perros fueron resistentes al mensaje desesperanzador, a pesar de la experiencia previa,  siguieron luchando.

Quizá este capítulo del experimento se les ha escapado a nuestros queridísimos y sobreprotectores gobernantes.










2 comentarios:

MT dijo...

Sí, Walden, se puede inducir la indefesión aprendida, pero ¿cómo se puede reducir?...la crítica, la constancia, la perspectiva, la ilusión...pero frente al desánimo continuado no es muy válido...Hace un par de semanas asistí a una conferencia y el ponente dijo que no creía en la Motivación, si no en la Auto-Motivación, nos puso algunos ejemplos que me parecieron muy buenos...reducir la indefesión aprendida creo que pasa por un motor personal, ahora parece que en España está ocurriendo esto en mas aunque el desánimo no deja de sentirse. Besitos!!!

Walden dijo...

No, no creo que la clave sea la "automotivación". Como es una obviedad que uno tiene que saltar del sofá para poder llegar a la calle, parece que esa es la clave, motivarse para ir en una dirección, pero no, sinceramente, desde un punto de vista psicológico, no creo que sea la respuesta, por muy bien adornada que esté con ejemplos de libros de autoayuda. Es un tema muy interesante así que lo voy a desarrollar en otro post y nosotros tendremos que hablarlo con algún refresco (cerveza ya no ¿no?)de por medio.
Un beso.