martes, 21 de febrero de 2012

El resto del tiempo

Cuando estás escuchando a alguien en la consulta has de  estar atento tanto a la historia que te cuentan como a las repercusiones de la misma para ella, a qué ocurre mientras la relata, de qué personas les une o les separa la narración o cómo le afecta en su vida cotidiana. Con el paso del tiempo es algo que sale espontáneamente, no necesitas un esfuerzo especial. Vas escuchando y a mismo tiempo van surgiendo hipótesis que intentas desmontar con las siguientes preguntas,... Sin embargo, al acabar la jornada te encuentras agotado, es una sensación compartida con otros colegas cuando hablamos de ello.

Así pues, nos suele llamar la atención que, cuando charlamos o estamos con otras personas, en nuestro tiempo libre,  alguien te saque del merecido entontamiento preguntándote que qué piensas como psicólogo de lo que acaba de ocurrir o diciendo que seguro que estás "analizando esto o aquello". Recuerdo una vez que hice un comentario en un blog y la persona que había escrito la entrada se enfadó mucho: "¡¡A mí no me vas a psicoanalizar!!". No he hecho psicoanálisis en mi vida, pero en fin.

Bien. Esta es la norma: dedicarse a hablar mal del que no está, poner verde al presidente de lo que sea, confabularte contra los recortes,... Siempre esperas no tener que dar un paso atrás y ponerte en las orejas las gafas que dejaste en la consulta.

- ¿Qué hago?- me pregunta.
- Haz las maletas, deja una nota en el frigo y vete a Alemania a trabajar- respondo.
- No hombre, en serio.
- Es verdad, obvia lo de la nota en el frigo;  han pasado de moda.

A todos nos sucede.

- ¿Crees que esto es un esguince o  un cáncer terminal? - le pregunto, entre sorbo y sorbo, a una amiga médica.
- Cáncer terminal - sentencia sin mirarme -. Acaba la botella.









lunes, 13 de febrero de 2012

Sísifo o el absurdo


Pour soulever un poids si lourd, Sisyphe, il faudrait ton courage!
Baudelaire

A veces, con bastante frecuencia, llega una persona que te cuenta una historia de sufrimiento. Esa historia puede estar ubicada en el presente o en el pasado, pero su dolor está completamente actualizado. Lo singular del tipo de casos que voy a comentar es cómo ese dolor se ha convertido en el centro de su vida. No sólo para sí mismo, también para los que lo rodean. 

Imagino lo difícil que tiene que ser para los demás poder ayudarle. Incluso, es posible, habrá llegado un momento en el que muestren signos de cansancio, gestos que percibirá esta persona como una señal de que no les importa lo que le está ocurriendo, ahondando aún más en su pesar.

Es una carga terrible. Siempre me acuerdo del mito de  Sísifo en estos casos. Por pasarse de listo, Sísifo fue condenado a subir un pedrusco enorme por una ladera hasta la cima, hecho lo cual y sin darle tiempo a quitarse el sudor de la frente, la piedra volvía a caer hasta su punto inicial. Es como una metáfora del absurdo, por eso cuesta entender cómo esta persona que tengo enfrente, que contrariamente a lo que le sucede a nuestro anti-héroe, podría dejar de llevar ese peso encima, sigue empeñado en subir una y otra vez la colina arrastrando su desgracia.

Al principio intentaba hacer tomar conciencia a la persona sobre esta evidencia. Los debates se hacían largos y eso tan aparentemente estupendo de la reestructuración cognitiva, no siempre se mostraba lo suficientemente eficaz. Al menos, no tan rápido como yo deseaba, así que, desde hace un tiempo, aunque no con todos los pacientes que presentan esta problemática, utilizo una técnica ajustada al patrón de la historia.

- ¿Qué quieres que haga con esto?- me pregunta extrañado, cogiendo el saco que le acabo de entregar.

- Cuando comience a hablarme de su historia, quiero que se lo coloque colgado del cuello. Como verá es pesado y produce molestias al poco de colocárselo, tal y como le ocurre con su pasado cuando lo recuerda y comienza a darle vueltas. No es obligatorio que lo lleve todo el tiempo, pero para poder soltarlo de nuevo sobre la mesa tendrá que dejar de hablar de lo mismo.

- Pero... - dijo algo confundido-  entonces... ¿de qué le hablo?

- Bueno, mientras lo piensa no necesita tener el peso colgado.

Efectivamente, pensar en las alternativas se aproxima más a la solución que al problema.