lunes, 20 de junio de 2011

ANSIEDAD. SOLUCIÓN 2: SENTARSE EN EL SUELO




Tendemos a sobrevalorar la capacidad de raciocinio que poseemos. Tomamos decisiones continuamente y de no ser por los heurísticos que nos proporcionan nuestras emociones estaríamos bloqueados cada dos por tres. Le voy a poner un ejemplo simple. Usted asiste a un curso de cinco días. Llega el primero y se sienta en un sitio de su elección. ¿Dónde se sentará el resto de los días? ¿Qué cree que habrá influido más en su decisión: razones o temores? Es más, en el curso hay cinco filas de sillas, llega el primero y se sienta en la segunda, ¿dónde se sentará el próximo, delante, a su lado o detrás?

Nos gusta vernos como más racionales de lo que somos en realidad. Buena parte de nuestro comportamiento esencial está regulado por cuestiones de índole emocional: temor, seguridad, necesidad de aceptación, etc., Después sí, después usted tiene una gran capacidad para racionalizar ese comportamiento. En caso contrario estaríamos en un bucle insufrible. Si es usted un fumador entenderá perfectamente lo que le digo, pero aún lo va a entender mejor cuando deje de fumar.

Si quiere manejar su pensamiento deberá entrenar bastante duro. Le recomiendo encarecidamente que vea la película “Un cuento chino” en el que el protagonista se aferra a unos rituales estrictos que le permitan dar sentido al sinsentido que creyó que tenía la vida, hasta el punto de ahogar sus propios sentimientos amorosos.

Esta introducción me sirve para explicar una cosa frecuente en la consulta. Personas que quieren meter en cintura a sus emociones simplemente por decidirlo. ¿Por qué no me hacen caso mis pensamientos? Si me digo, no me puedo poner nervioso durante la entrevista, ¿por qué no me sirve?

Lo que le propongo hoy está indicado para aquellas personas en las que el componente cognitivo tiene un gran peso, esas que se repiten continuamente: tengo que controlarlo, tengo que controlarlo,…

Si se encuentra en casa, elija el espacio de la misma que le resulte más desagradable, váyase allí, que nadie le moleste, siéntese en el suelo, ponga el reloj en marcha y durante veinte minutos dedíquese a imaginarse lo peor que le sugiere su ansiedad: que se va a morir de un infarto, que va a ocurrir la catástrofe temida, etc. Si nota que se distrae con otra cosa, recuérdese para lo que está allí, no está bien traicionar a sus pensamientos ansiógenos con menudeces del tipo dónde aparqué el coche.
Puede adaptar esta técnica para otros lugares, no hace falta que se siente en el suelo en la calle. Puestos a desestabilizarse, mejor observarlo de cerca y no mezclándolo con los vaivenes de la cotidianeidad.

Últimamente, en nuestras ciudades, usted habrá visto a muchos chicos y chicas sentados en el suelo, en alguna plaza o delante de algún consistorio. Están poniendo en marcha lo que planteo aquí. Tienen una serie de pensamientos comunes que les producen desazón y han confluido en un espacio común para hacer un mantra colectivo, que es posible que tenga más fuerza incluso que el individual que le sugiero. Le digo esto para que vea hasta qué punto promete ser eficaz esta técnica.

P.D.: Sí, también vale una silla.

3 comentarios:

Pedro dijo...

Hola walden, me gustaría hacerte una consulta sobre un libro que me han recomendado en el blog, se titula "Los locos también enseñan" de Carmen Julia Rodríguez Méndez, psicóloga y periodista, ¿lo conoces?

PD: otro gran poder. Gracias.

Walden dijo...

Vi que te lo recomendaron, pero no lo conozco.

Chao "loco", un saludo.

Anónimo dijo...

hola, es la primera vez que visito este blog, me gusta el tono que utilizas para estos problemas, yo lo he pasado y lo estoy pasando muy mal con la ansiedad, espero el resto de souluciones, gracias. un saludo