jueves, 25 de noviembre de 2010

Una niña como las demás




Cuando llegaron a la playa, lo primero que hizo Marta fue dirigirse hacia un señor que estaba sentado encima de una torre de madera muy alta:

- ¡¡Señor, señor...!!

- Sí, dime, guapa.

- ¿Por que se sienta usted ahí arriba?

- Para vigilar la playa, respondió sonriendo.

- ¿Por si alguien quiere quitar el tapón y vaciarla?.

- Nooo, las playas no tienen tapones; tienen mareas.

- ¿Y qué hacen las mareas?.

- Las mareas van y vienen - respondió de nuevo con paciencia desde lo alto de su alta torre.

- ¿Y por dónde se van?

- Se alejan; después vuelven otra vez.

- ¿Y hay que pagar para montarse en la marea y que te lleve?

- No, es gratis - dijo el señor echándose para atrás con intención de ocultarse.


"Creo que mi hija tiene demasiadas fantasías en la cabeza", me comenta preocupada la madre de Marta en la consulta. Le pido que haga más explícita su demanda, porque no tengo claro si quiere saber si es o no normal tener ese tipo de fantasías o bien si lo que pretende es que le de un toque de realidad a su hija para equilibrarla un poco. "Quiero que sea como las demás niñas"


- ¡¡Señor, señooor!! ¿Y me traerá de vuelta antes de la hora de la tarea?