viernes, 10 de septiembre de 2010

Se acabaron los milagros



Ya sé que ahora la insurgencia y la contestación se nos antojan ajados vestidos del pasado y que lo único revolucionario es seguir teniendo pelos en las piernas. Parece que estuviéramos irremediablemente avocados a lo inmutable. Nada puede cambiar. No hay alternativa. Entonces, ¿para qué luchar?. Camus decía que el libro de las excusas es el más fácil de escribir

Las niñas con anorexia, no quieren comer porque piensan que entonces engordarán. Así, ni siquiera se mantienen en su escuálido peso actual, porque en su intento de no engordar, adelgazan aún más. Esta situación que vivimos me recuerda estos casos que veo en la consulta.
Desgraciadamente, hasta Hawkins ha certificado que las cosas hay que resolverlas aquí, que ya se muere definitivamente, que los milagros tienen más que ver con que se ponga de nuestra parte, que con que se espere rezando a que lleguen. Es una evidencia absurda. Que se lo pregunten a Galileo. Estéril. Cuando discutía con inconsciente fervor adolescente sobre estos temas con mi madre , socialista practicante de entreguerras, ella finalmente cerraba la charla con un: “Es lo que me ha enseñado mi madre desde pequeñita”.

Las creencias son difíciles de modificar. La percepción que tenemos de nuestro entorno están condicionadas por esas gafas tan poco críticas.

El conductor escucha en la radio: “Atención, un peligroso kamikaze circula en dirección contraria por la A-3”, “¿Uno? – se pregunta cabreado-¡¡ Hay cientos!!”.

Ayer, durante una reunió en la que una de las personas manifestó su deseo de hacer huelga el día 29, uno de los asistentes preguntó: ¿Huelga, pero qué motivos hay para una huelga? Me recordó la famosa escena de “La vida de Brian”:

- Esta bien pero aparte de la sanidad, la educación, la justicia, los acueductos, las carreteras, el comercio, la seguridad, la representación política, el derecho de asociación, la libertad de expresión…, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?