lunes, 2 de marzo de 2009

Comprender la hiperactividad


¿Qué haría usted si lo llamaran desde el colegio para decirle que su hijo no se esfuerza lo suficiente, que es muy vago, que se pasa el día interrumpiendo,..? Una posibilidad es que lo castigue sin PSP hasta el verano del año 2025, otra es que decida ayudarlo a hacer los deberes. Es posible que con el paso del tiempo la relación con su hijo vaya deteriorándose precisamente por esto. Usted le explica las tareas para que las entienda, él las hace de mala gana, se eternizan, apenas queda tiempo para otra cosa. Las consecuencias para su hijo dependerán entonces mucho de su estado de ánimo: momentos de grandes frustraciones; grandes castigos precedidos de interminables amenazas; sentimientos de culpa; intentos por hacerle entrar en razón tomando un helado camino del campo de futbol.
De forma resumida, estos son los capítulos previos a la llegada a la consulta de un niño con TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). El hecho de que a veces el niño rinda adecuadamente ha llevado a pensar a maestros y padres que, simplemente, no quiere hacer nada, lo cual reduce el problema a una cuestión de voluntad. El resultado, con todos empujando en la dirección equivocada, es un niño que empezó siendo TDAH y avanza decidido hacia un cuadro de negativismo que va a complicar aún más la situación.


Lo primero que hacemos en consulta, pues, una vez establecido el diagnóstico, es intentar que los padres se hagan unos expertos en TDAH. Mi interés no se centra tanto en que lean todo lo habido y por haber, que no viene mal, como en que comprendan cómo se vive desde dentro la hiperactividad. Con las nuevas tecnologías esto cada vez resulta más fácil. Podemos, por ejemplo, grabar cómo realiza la tarea el niño en el ordenador, viendo así cómo resuelve las tareas y qué tipo de tareas, presentadas de qué manera, permiten un resultado diferente, o también con cámaras subjetivas, cómo ve la clase el niño, etc.

Puesto que en buena parte de los casos uno de los padres es también hiperactivo, les resulta más fácil conectar con esta idea.

Es muy probable, que si no se da este paso previo, el entorno siga mostrando cierta suspicacia en torno al comportamiento del niño, sin tener claro qué forma parte del déficit de atención, por ejemplo, y qué no. Permite, además, trabajar de una manera productiva, y al niño mejorar su rendimiento, siendo consciente de cómo lo hace.


Esto es lo ideal, pero a veces llegan tan frustrados y decididos al abandono, que tenemos que dedicar bastante tiempo a convencerlos de que hay que retomar el camino, colocarlos en una situación de éxito, aunque sea en otras facetas de su vida, para reconstruir la confianza en sí mismo.

Por la repercusión que tiene para ellos y también para los padres y las clases en las que se encuentran, se hace imprescindible comprender por qué este niño no rinde. El resto, siendo difícil, es una tarea más constructiva y reconfortante.

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