sábado, 18 de octubre de 2008

Un vampiro asombrado


Mi mejor amiga, y también colega, me dijo una vez, siendo yo un adolescente: "Eres un vampiro", "¿Un vampiro? ¿Chupasangre?". "No, un vampiro intelectual. Lo quieres absorber todo". No sé si fue una observación o una intervención -ella estaba estudiando aún en la Universidad y necesitaba conejillos de indias-. El caso es que cada vez que estoy "absorbiendo", me acuerdo de la dichosa frase y tengo sentimientos encontrados respecto al proceso de vampirización.

Con el paso del tiempo he comprendido que quizá haga referencia más a la capacidad de asombro que a la de asimilación. Seguramente tiene que ver con mi anemia infantil, en plena época de vacunas. Toda mi clase pasaba sistemáticamente por el dispensario a hacerse extrañas señales en los brazos mientras yo me quedaba en casa tomando batido de lentejas. En esa edad empiezan a inmunizarte contra el asombro. Yo me libré, y a lo visto, no me he curado, por lo que difícilmente voy a llegar a la cima del nihilismo.

Esto me ha venido muy bien para la consulta. Cada historia, es más, cada episodio de cada historia, es como un capítulo de una serie tipo experimental sin guión previo. No sabes cómo va a continuar. Cuando la persona vuelve a sentarse en la misma silla y en el mismo sitio (la próxima cita intente cambiar de sitio, a ver cómo se siente), yo estoy con cara de asombro ya. Le doy al PLAY "¿Cómo estás?", y comienza la acción.

La vida me ha hecho pasar por una variada y extensa gama de los sufrimientos y alegrías humanas. Aún así no me ha despojado de esta maravilla. Las experiencias me han ayudado a comprender mejor, desde la perspectiva del paciente, a saber cómo es eso desde dentro. Y a partir de ahí el asombro se mezcla con la comunión en una danza desde la que en algún momento tengo que saltar hasta la acera para tomar distancia. Reduzco el tamaño de los ojos, enlazo las manos sobre la barriga y aterrizo sobre el sillón, relamiéndome aún la sangre de la víctima.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta cómo describes tu papel en tu consulta. También me da a mi esa sensación de ti, y estoy encantado/a de que me extraigas el jugo. Pero creo que todos/as en algún momento, al escuchar lo que alguien necesita contarnos, también tenemos la misma sensación de habernos alimentado de ese secreto íntimo e interior, que además nos llega a sorprender, y nos sacia de placer.
Evna.

Walden dijo...

Llevas razón, Evna. Hace tiempo tenía un libro -lo he perdido en una de esas veces que lo dejé- que se titulaba: "¿Qué nos pasa una y otra vez?". Hablaba, desde la distancia de un marciano que observaba el comportamiento terrícola, extrañado de que cayeran una y otra vez en el mismo error. Seguramente, una de esas fuentes de error sea el no saber escuchar lo que está ocurriendo justo a tu lado, en esa otra cara que mira la tele, y por otra parte, en no ser capaz de contarle lo que estás sintiendo. Eso, que llaman intimidad.
Gracias por escribir. Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mí me parece interesante que quieras saber, de hecho sería muy aburrido en caso contrario, ¿no?. Sin embargo, la sensacion mia en la c onsulta era mas de que alguien me escuchaba. Es raro. Estaba harta de quejarme en casa de todo lo que me pasaba y creo que simplemente, el hecho de que alguien no me reprendiera o aconsejara, sino que siguiera preguntándome por lo que le contaba, me dio una gran tranquilidad. a lo mejor es a esto a lo que te refieres.
Mi marido te manda recuerdos.
Loli.